martes, 3 de agosto de 2010

William Blake

Para ver el mundo en un grano de arena,
Y el Cielo en una flor silvestre,
Abarca el infinito en la palma de tu mano
Y la eternidad en una hora.

Aquel que se liga a una alegría
Hace esfumar el fluir de la vida;
Aquél quien besa la joya cuando esta cruza su camino
Vive en el amanecer de la eternidad.

Tú, rubio ángel de la noche
Ahora, cuando el sol descansa sobre las montañas, la luz
abrillanta la antorcha del amor; tu radiante corona
¡ ponla y sonríe sobre nuestro lecho nocturno !
Sonríe a nuestros amores,
y mientras echas las azules cortinas del cielo,
esparce tu helada de plata sobre cada flor que cierra sus dulces ojos
con oportuno sueño.

Deja que tu viento del este duerma sobre el lago;
habla el silencio con tus parpadeantes ojos,
Y lava la oscuridad con plata. Pronto, muy pronto,
te retiras, entonces el lobo se enfurece,
y el león se queda a través del bosque pardo,
Las pelajes de nuestros rebaños están cubiertos con tu sagrada helada,
protégelos con tu influencia.

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